MAGISTRADOS, JUECES Y MINISTROS: EL TIEMPO SE AGOTA

A pocos días de que se celebre la inédita elección para definir a quienes ocuparán cargos clave en el Poder Judicial –magistrados, jueces y ministros– en el Estado de México, los aspirantes arrecian sus campañas, aunque para muchos ya es tarde. El reloj corre implacable y la mayoría aún no logra hacerse notar ante una ciudadanía que, en buena parte, sigue sin entender cómo podrá participar en esta jornada histórica.

En redes sociales comienzan a circular videos, infografías y mensajes con propuestas. Algunos candidatos incluso han buscado respaldo de organizaciones civiles o liderazgos regionales. Sin embargo, el esfuerzo parece insuficiente frente a la magnitud del reto: mover a un electorado poco familiarizado con la idea de votar por jueces y ministros, algo que nunca antes había ocurrido y que, por lo mismo, genera incertidumbre y desinformación.

Es urgente que se difunda un acordeón ciudadano, una guía clara, precisa y sencilla para orientar a quienes sí desean votar. Porque sí los hay: mujeres y hombres interesados en ejercer este nuevo derecho, en incidir sobre quién impartirá justicia desde lo local hasta lo nacional. Pero sin información, sin orientación básica, el entusiasmo se desvanece entre rumores, suposiciones y apatía.

Los aspirantes tampoco han comprendido del todo que esta elección no se ganará con individualismos ni discursos técnicos. Les ha faltado visión política: no han tejido alianzas con aspirantes a otros cargos dentro de su misma región o distrito judicial. En vez de construir redes de apoyo y sinergias territoriales, muchos han optado por caminar solos, como si su perfil profesional bastara para mover conciencias. Grave error.

La elección judicial en el Estado de México será también una elección de pedagogía cívica. Se juega no sólo el futuro del Poder Judicial, sino la posibilidad de que la ciudadanía recupere la fe en sus instituciones. Por eso, lo que está en juego es más grande que cualquier cargo: se trata de vencer la apatía, de romper el abstencionismo que ha corroído nuestra democracia durante décadas.

Quedan muy pocos días. ¿Estarán a la altura los aspirantes? ¿Responderán las autoridades electorales y los medios con una estrategia clara de información ciudadana? Ojalá que sí. Porque el verdadero enemigo no son los otros contendientes. Es la indiferencia.

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