
Este fin de semana apareció en escena una nueva fuerza política en ciernes: la asociación civil Pacto por la Libertad y la Unidad Social (PLUS), que busca convertirse en partido político nacional. En el Estado de México, afirma tener presencia en 90 municipios y asegura estar lista para cumplir con las 40 asambleas distritales federales que exige el Instituto Nacional Electoral para obtener su registro.
De entrada, podría parecer “uno más” en la fila de proyectos políticos que surgen cada sexenio, muchos de los cuales terminan como franquicias recicladas, refugio de oportunistas o simples negocios disfrazados de participación ciudadana. Pero PLUS plantea una premisa distinta, y merece observación crítica, sí, pero también esperanza.
Su dirigente, Felipe Tovar Manzanares, lanzó una declaración que vale la pena subrayar: “no venimos a quitarle el lugar a nadie, sino a ir por los ciudadanos que elección tras elección no salen a votar”. Esto cambia el enfoque. No se trata de dividir el voto ni de sumar a los mismos políticos de siempre. Su objetivo declarado es el abstencionismo, ese monstruo silencioso que cada jornada electoral arrastra millones de voluntades al sofá y al desdén.
El reto es enorme, casi suicida. Pero no hay democracia saludable si no se confronta ese vacío cívico que ha crecido por desilusión, hartazgo o simple indiferencia. La verdad incómoda es que México se ha vuelto en muchos casos un país clientelar, donde el voto se compra, y en otros, un país ideológicamente fanatizado, donde la bandera de una causa vale más que sus resultados. En ese panorama, hablarle a quienes ya no creen en nada parece casi ingenuo… y por eso mismo, valiente.
Lo fundamental será ver si PLUS logra diferenciarse en los hechos: ¿será un proyecto ciudadano de verdad o terminará como otro contenedor de candidaturas improvisadas y líderes sin agenda? ¿Construirá una plataforma programática sólida o solo será un club de buenas intenciones? ¿Podrá convencer con propuestas y no con ocurrencias? Todo está por verse.
Pero si hay algo que necesita México –y particularmente el Estado de México, con su complejidad social, urbana y política–, es una fuerza nueva que se atreva a hablarle al que ya no cree, al que se hartó, al que borró al sistema de su radar.
Porque si algún día se quiere vencer al abstencionismo, alguien tiene que intentarlo en serio. Y si PLUS lo intenta con ética, estructura, transparencia y visión… quizá sea más que un intento.
Ojalá que lo logren. Porque si los ciudadanos escépticos siguen sin votar, seguiremos por el mismo camino de siempre. Y esa sí sería una derrota sin alternativa.
