
Dicen que la derrota tiene un sabor amargo, pero parece que al PRI del Estado de México le cayó como una sobredosis de vitaminas. De pronto, después de más de 90 años con el poder en la mano —y en el bolsillo—, han despertado como genios de la política: ahora sí tienen todas las soluciones, todas las ideas, todos los reclamos… lástima que cuando gobernaban, el silencio era su mejor propuesta.
¡Ah, pero qué ironía! Cuando fueron gobierno, las lluvias no inundaban, solo “ocasionaban encharcamientos”. Las calles reventadas por el agua eran culpa de fenómenos “atípicos” —como si lloviera gelatina en vez de agua— y los damnificados tenían que resolver solos su desgracia porque, claro, no estaba en el “protocolo” atenderlos. Hoy, desde la postura de oposición, exigen que el gobierno federal y estatal indemnicen, resarzan y hasta den abrazos a los afectados. Les brotó el espíritu humanista que nunca mostraron cuando despachaban desde los palacios municipales o el mismo Palacio de Gobierno de Toluca.
La dirigente estatal del PRI, Cristina Ruiz, se levanta todos los días con el mismo mantra: “MORENA, haz lo que nosotros nunca hicimos”. Exigen eficiencia, transparencia, sensibilidad social… ¡ellos! Los mismos que dejaron hospitales sin médicos, escuelas sin mantenimiento, comunidades sin agua potable y colonias enteras hundidas en la marginación. Ahora resulta que hasta claman por justicia social y exigen calidad en las obras públicas. Claro, las que ellos dejaron mal hechas ya no son su problema, ahora quieren que las compongan… y de paso que les den las gracias.
Piden apoyos para las familias afectadas por el abandono institucional, como si no fueran ellos los que durante décadas discriminaron a quienes no eran parte de su clientela política. Si no traías su color, no existías. Y ahora, desde su nuevo papel de víctimas, reclaman sensibilidad para con los más pobres. ¡Vaya memoria!
Quizá lo que el PRI necesitaba era exactamente esto: una caída estrepitosa, una buena dosis de realidad, ese “balde de agua fría” que por fin les activó el cerebro… o al menos las cuerdas vocales, porque lo que es gobernar con dignidad, de eso nunca dieron muestra.
¿Será que en el PRI mexiquense encontraron en la oposición el lugar ideal para decir lo que jamás hicieron? ¿O simplemente es el viejo arte de mentir con frescura, esperando que nadie recuerde lo que fueron?
Mientras tanto, ahí los tenemos: exigiendo lo que no dieron, criticando lo que ellos mismos provocaron y disfrazando de exigencia lo que en realidad es un grito desesperado por seguir siendo relevantes. No se equivoquen: no es propuesta, es nostalgia del poder.
Y eso, señoras y señores, no se cura con discursos. Se cura con memoria. Y de esa, el pueblo tiene cada vez más.