

Si hubiera un ranking de los municipios con mejores resultados en obra pública, seguridad o atención ciudadana, Ixtlahuaca estaría cómodamente instalado en los últimos lugares… es más, ni siquiera aparece entre los primeros 10, ni entre los 20, ni entre los 50. Y eso que ya pasaron ocho meses desde que inició la administración de Guadalupe Díaz, el “primer gobierno de la transformación” en el municipio.
La pregunta es inevitable: ¿de qué transformación se habla si Ixtlahuaca no avanza en nada? Mientras otros ayuntamientos ya presumen nuevas patrullas, reforzaron la vigilancia, ampliaron el alumbrado público y mejoraron servicios básicos como la recolección de basura, el bacheo y la pavimentación de calles, aquí seguimos esperando… y esperando.
En Ixtlahuaca, las promesas de campaña parecen haberse convertido en “planes estratégicos”. Porque eso sí: planes sobran. Documentos, discursos, promesas a futuro. Pero a la gente no se le gobierna con proyectos en el aire, se le gobierna con resultados que pueda ver, tocar y vivir.
Mientras en otros municipios se nota el trabajo, en Ixtlahuaca pareciera que todo sigue en etapa de planeación. Planean como si no hubiera prisa, como si el tiempo no contara, como si los tres años de administración fueran eternos. Planean como zopilotes, dando vueltas en el aire, sin bajar nunca al suelo donde están los problemas reales de la gente.
Ocho meses después, no hay obra pública de impacto, no hay avances tangibles en seguridad, no hay atención ciudadana que destacar. ¿Qué sí hay? Un municipio que parece estancado, administrando la esperanza de la gente y confiando en que la paciencia dure más que la decepción.
En otros municipios ya se están inaugurando obras, estrenando alumbrado público y hasta creando senderos seguros para mujeres, en Ixtlahuaca no se le ve forma ni acciones. Aquí el cambio sigue en borrador.
La transformación prometida no se mide con discursos, se mide con hechos. Y en Ixtlahuaca, los hechos brillan por su ausencia.
La pregunta es: ¿cuánto tiempo más va a estar este municipio en el aire, dando vueltas, sin aterrizar en el trabajo que tanto necesita?
Y es que los ciudadanos tienen derecho a saber si se está haciendo algo y dónde. Lo justo sería que, mes con mes, el gobierno municipal informara de manera clara qué proyectos se están aterrizando en las comunidades y poblados de Ixtlahuaca. Porque no se puede vivir de promesas indefinidas ni de discursos que se repiten como mantras. Transparencia no significa dar largas, significa mostrar resultados.
Mientras tanto, el tiempo avanza y los ixtlahuaquenses solo ven pasar los meses sin respuestas.