

En un escenario político donde muchos alcaldes prefieren la ambigüedad antes que contradecir decisiones de mayor escala, Fernando Flores Fernández, presidente municipal de Metepec, ha optado por una ruta distinta: decir un “no” rotundo y público al programa “Hoy no Circula”. Y ese “no” ha tenido consecuencias políticas que, lejos de desgastarlo, lo han fortalecido.
Las mediciones más recientes —que no han pasado desapercibidas en la arena política mexiquense— señalan que su aprobación ciudadana ha crecido un 10 por ciento desde que fijó postura contra la imposición del programa. La razón es sencilla: se opuso a una medida impopular que la ciudadanía percibe como un castigo al bolsillo y un mecanismo que históricamente ha servido más para alimentar la corrupción en verificentros y en la aplicación de multas que para mejorar la calidad del aire.
Lo interesante es que este aumento en la aprobación no proviene únicamente de sus simpatizantes habituales. Incluso voces críticas, que suelen cuestionar cada paso de su administración, han coincidido en respaldar su rechazo a la medida. La postura ha cruzado fronteras partidistas y ha generado un consenso inusual: nadie quiere pagar por un programa que no ataca de fondo el problema ambiental y que, además, carece de transparencia en su ejecución.
Flores Fernández no se limitó a decir “no” desde la comodidad de la oposición. Argumentó su posición recordando que no existe evidencia sólida que demuestre la eficacia del “Hoy no Circula” en reducir la contaminación y que, en los pocos países donde se han aplicado esquemas similares, los resultados han sido marginales. Puso el dedo en la llaga al señalar que, en cambio, sí se han generado redes de corrupción alrededor de verificentros y operativos de multas.
Más allá de la coyuntura, este episodio deja una lección política clara: la popularidad no siempre se gana prometiendo más, sino defendiendo con firmeza aquello que la ciudadanía considera justo. En un momento donde la confianza en los gobiernos municipales está en crisis, Flores ha capitalizado su rechazo a una medida que muchos perciben como un abuso institucional disfrazado de política ambiental.
La pregunta que queda en el aire es si este efecto se mantendrá en el tiempo. La política es volátil, y lo que hoy genera aplausos puede convertirse en cuestionamiento mañana. Sin embargo, por ahora, Fernando Flores ha encontrado en la oposición a una medida impopular una plataforma inesperada de legitimidad ciudadana, y ha demostrado que, en ocasiones, decir “no” es la respuesta más efectiva para decir “sí” a la gente.