TRIBUNAL DE TRATAMIENTO DE ADICCIONES, JUSTICIA QUE ACOMPAÑA Y TRANSFORMA VIDAS

  • El PJEdomex brinda segundas oportunidades a quienes decidieron dejar atrás las adicciones y construir un nuevo futuro.

Harol y Oziel, participantes del Programa de Justicia Terapéutica, en el modelo de Tribunal de Tratamiento de Adicciones TTA del Poder Judicial del Estado de México, dejaron atrás las adicciones, reconstruyeron la relación con sus familias y hoy escriben una nueva historia. Con el respaldo de jueces, defensores, psicólogos y especialistas, lograron transformarse, demostrando que las segundas oportunidades sí cambian vidas. Ambos tocaron fondo, pero encontraron en la justicia una mano que no juzga, sino que acompaña.

“Estoy muy agradecido con ella por jamás dejarme morir solo”, dijo Harol con voz firme y los ojos húmedos al hablar de su madre, quien nunca lo abandonó durante su proceso de rehabilitación. Su historia es la de alguien que cayó, pero encontró en el amor familiar la fuerza para levantarse.

Su acercamiento a sustancias psicoactivas comenzó por curiosidad, al ver a sus compañeros consumir. Con el tiempo, la pérdida de su abuelo y una relación complicada lo llevaron a depender de esa sustancia para “sentirse mejor”.

“Según yo, me hacía olvidar las cosas, dejaba pasar todo, no le tomaba importancia a los problemas”, recordó. Sin embargo, ese aparente alivio pronto se convirtió en un ciclo de enojo, violencia y culpa que fracturó su relación familiar. Su detención marcó un punto de quiebre, fue cuando comprendió el daño causado y decidió aceptar la oportunidad que TTA le ofrecía para reencontrarse con él mismo y con quienes más lo amaban.

Tras más de un año en el programa, Harol logró mantenerse seis meses en abstinencia, conseguir un empleo estable y comenzar a trazar nuevas metas, como estudiar una carrera y formar una familia.

En el Juzgado de Control del Distrito Judicial de Cuautitlán, la Jueza Yanelli Sandoval Hernández dictó el acto de sobreseimiento, al considerar que Harol cumplió con todos los requisitos. Explicó que este modelo “no está enfocado en castigar, sino en brindar herramientas para superar la situación en la que se encontraba y que le sirva a futuro en su vida”.

Durante la audiencia, su madre lo escuchó emocionada. Ambos compartieron palabras de agradecimiento hacia el grupo interdisciplinario del Instituto de la Defensoría Pública, la Fiscalía Especializada, el Instituto Mexiquense contra las Adicciones y la Secretaría de Seguridad, que acompañaron su tratamiento.

La Magistrada María Alejandra Almazán Barrera destacó que “la justicia debe acompañar, dar la mano, impulsar a las personas que saben que cometieron un error y están dispuestas a enmendarlo”. Subrayó además el papel fundamental de la familia, que no lo dejaron solo, lo acompañaron y también apoyaron.

Por su parte, el Magistrado José Alfredo Cedillo González reconoció la cooperación del grupo interdisciplinario y la valentía de Harol al aceptar la ayuda: “El programa da segundas oportunidades, impulso y apoyo. No es fácil implementarlo, pero transforma vidas”.

Oziel dejó atrás el consumo de sustancias psicoactivas y logró su reinserción

En tanto, en el Juzgado de Control del Distrito Judicial de Tenancingo, se suma la historia de Oziel, joven de 19 años que decidió cambiar el rumbo de su vida. Dejó atrás el consumo de cristal y marihuana que lo habían llevado a abandonar sus estudios, alejarse de su familia y exponerse a la delincuencia.

Todo inició cuando acudió ante el Juez Especializado en Adicciones del PJEdomex, Edgar Garay Vilchis, quien le habló sobre la posibilidad no solo de resolver su situación legal, sino también de atender su problema de adicción. Aceptó el reto y, tras un proceso de más de nueve meses de tratamiento psicológico, acompañamiento del grupo interdisciplinario y actividades de reinserción social, logró graduarse del programa.

El Juez reconoció su esfuerzo y determinó el fin de su proceso penal, entregándole su certificado de no antecedentes. Hoy, Oziel ha retomado sus estudios, tiene un empleo, convive en armonía con su familia y se dedica al cultivo de rosas, símbolo del renacer que alcanzó con el apoyo de su madre, su padre y la justicia que transforma vidas.

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