FOLCLOR: SÍNTESIS DE IDENTIDAD NACIONAL

Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

El desarrollo social, económico y espiritual de los pueblos se sintetiza en sus tradiciones, muchas de las cuales se manifiestan con arte. Las expresiones de la cultura tradicional se engloban en el término folclor que “abarca un conjunto de prácticas, saberes y creencias que le pertenecen tradicionalmente a un colectivo humano determinado y que se han transmitido de generación en generación de manera oral e informal, no académica”.
La utilización del término folclore se remonta al año 1846, cuando el arqueólogo inglés William John Thoms lo propuso para reemplazar las denominaciones de “antigüedades populares” y “literatura popular” que hasta entonces muchos investigadores en Inglaterra utilizaban para referirse a los estudios de los “usos, costumbres, prácticas, supersticiones, coplas y proverbios antiguos” (“Carta de Ambrose Merton “. En Corso, Raffaele. El folklore. Buenos Aires. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966, p. 153). No obstante, el concepto fue debatido y aceptado con reticencias o no aceptado del todo en ciertos países, lo que dio como resultado una multiplicidad de definiciones y metodologías.
Todos los países tienen su propio folclor dado que es la expresión de “los saberes compartidos por un pueblo en concreto; sus elementos lo conforman las tradiciones, costumbres, leyendas, cuentos, proverbios, creencias, alimentación, arte, danza, música de uso populares, los cuales se han mantenido y transmitido por siglos, de generación en generación”.
Así, el folclor mexicano, y el de cada país en particular, permite afianzar su identidad nacional. Por ejemplo, la historia del jarabe tapatío está entretejida con la historia de México y es testimonio de la construcción de la identidad mexicana. El antecedente más antiguo de este baile tradicional es el jarabe gitano, que surgió en España durante el siglo XV. Los primeros españoles que llegaron a México lo bailaban ante el asombro y extrañeza de los indígenas. Durante la Colonia, diversos sones tuvieron mucho éxito entre mestizos e indígenas, quienes los reinterpretaron mezclándolos con danzas indígenas e introduciendo la picardía mexicana, que causaba dolores de cabeza a las autoridades virreinales. Mientras las clases altas bailaban las danzas europeas, como el bolero y el fandango, el pueblo se divertía con su propia versión de los “zapateados españoles”, que eran más provocadoras y por eso no gustaban a la religión y al gobierno, los cuales prohibieron la interpretación del jarabe tapatío. Por esa razón, el baile se convirtió en un acto de rebeldía, desafío y símbolo de identidad mexicana.
Por eso, porque el folclor mexicano está lleno de cultura, tradición e identidad, el Movimiento Antorchista Nacional fomenta el rescate de las tradiciones. Con ello, además de imbuir identidad nacional a niños y jóvenes, los aleja de ocio y vicios.
En ese afán, cada dos años Antorcha organiza las Espartaqueadas Culturales en la que participan y, cada año, organiza un Concurso de Folclor Internacional, en el que miles de mexicanos tenemos la oportunidad de disfrutar bailes y danzas de diferentes países del mundo.
Gracias a que la pandemia nos está dando un respiro –y antes de que llegue la sexta ola de Covid-19, de la que ya hablan los expertos–, el próximo domingo 23 de octubre, el antorchismo nacional celebrará el VI Concurso de Folclor Internacional 2022 en el que medirán sus capacidades artísticas seis grupos amateurs y seis semiprofesionales, los cuales seguramente harán vibrar a los espectadores que se reunirán en el hermoso teatro Macedonio Alcalá de la ciudad de Oaxaca.
Ese día, el grupo antorchista de danza y baile del Estado de México presentará un cuadro de baile titulado “Oriente rojo”, en homenaje al pueblo y gobierno de la República Popular China, debido a que, en los últimos 40 años, han trabajado de manera seria y sostenida para sacar de la pobreza extrema a 850 millones de chinos, de acuerdo con un informe conjunto de China y el Banco Mundial. Con trabajo duro y sin demagogia, en los últimos ocho años el gobierno chino sacó de la pobreza a 100 millones de sus habitantes.
López Obrador hubiera muerto de contento si en los cuatro años que lleva gobernando hubiera sacado de la pobreza a la mitad de lo que ha hecho China; o sea, a 40 millones de mexicanos; pero no, aunque el señor todos los días se llena la boca diciendo que él trabaja para bien de los mexicanos, lo real es que en cuatro años –es decir, durante el tiempo que lleva gobernando–, 5 millones de mexicanos se han sumado a las filas de la pobreza; o sea, todo lo contrario de lo que ha hecho China.
Por eso, los bailarines de la compañía antorchista del Estado de México rendirán homenaje al pueblo chino, y a su gobierno, porque día a día trabajan para que hacer de China un mejor lugar para vivir para sus más de mil 400 millones de habitantes y, con ello, dan ejemplo al mundo de que es posible un mundo mejor cuando pueblo y gobierno trabajan unidos.
Aquí y en China el folclor sintetiza la identidad de las naciones: los chinos tienen numerosas e interesantes costumbres folclóricas; dicen que para los extranjeros, lo más interesante son las bodas porque son totalmente diferentes a las occidentales: los novios cristianos de Occidente celebran nupcias en la iglesia para pedir la bendición de Dios, mientras que los chinos las celebran con lujosos banquetes y se postran en respectivas reverencias ante el cielo, la tierra y los padres, pues además de que antiguamente creían que las deidades y los mortales coexistían, tienen gran respeto por la naturaleza, a la que cuidan delicadamente. Generalmente las novias occidentales se visten de blanco, mientras las chinas los hacen de rojo, color que simboliza lo propicio, lo jubiloso, la buena suerte, la animación, el progreso y la belleza; es decir, todas las buenas cosas. Por eso, en las bodas o en las fiestas, la gente adorna las calles y las casas de color rojo, porque tienen la creencia de que ese color les traerá buena suerte.
De esa y otras tradiciones chinas –como la popular Danza del dragón, que representa la sabiduría, el poder, la riqueza; que esos seres ahuyentan los malos espíritus y se llevan la mala suerte con ellos–, podremos disfrutar el próximo 23 de octubre en el teatro Macedonio Alcalá de la capital oaxaqueña.
En marzo de 2021, el diario nacional El Financiero, publicó una nota bajo el siguiente encabezado: <‘China cumple con la ONU’: 100 millones de personas salen de pobreza extrema en últimos 8 años> (https://www.elfinanciero.com.mx).
Estoy convencida que China, más que cumplir con la ONU, solo está cumpliendo con el pueblo chino y está siendo consecuente con su objetivo de alcanzar “una sociedad modestamente acomodada”, como pregona el Partido Comunista de China (PCCh).
El PCCh cumple con su pueblo, con los millones de trabajadores chinos a los que hace 73 años, el gran líder patriótico, popular y comunista, Mao Zedong, condujo a una revolución –a la cual también han contribuido Deng Xiaopin y Xi Jinping, entre otros¬–, la cual es evidente que ha sido para beneficio de la gente.
A diferencia de los países occidentales (incluido México con su 4ªT), que están a las órdenes de la burguesía imperialista y que saben generar enormes riquezas, pero que las acumulan en unas cuantas manos y, por lo mismo, cada segundo generan millones de pobres, China está trabajando a favor de la humanidad y por eso es justo que se le rinda homenaje a través del arte.

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